Debí  morir aquella vez en el mar
estaba resignado,
me entregaba,
me daba
no sentía miedo
no sentía nada, mas que calma
me sentí después ridículo
regrese a la pesada vida
a esta que no sé
a esta que no me mira nunca

Ya no pienso con claridad
para que pensar
para que se necesita todo esto
si no es mas que la repetición de todo
todo vuelve con un disfraz distinto
ideas viejas y solas
con colores tristes
y sigo aquí, desperdiciando el aire
extrañaré tanto ese arbol..

Tengo tan rotos los labios sin sus besos

él me los rompe, sin sus besos
Me pinto los labios para él

tal vez me quiera..

Despierto con una idea profunda, el sueño aún esta en mi cuerpo
para cuando me integro a la vida se que eres tú. Ese pensamiento
no duerme, siempre está, no sé si me acompaña o me tortura.
Ayer fuí el más estúpido,
ayer solo lloraba lágrimas negras que surcaban mi cara triste y apagada
podía volar hacia ti si me lo pedías
podía ser el cuadro más bello para tu contemplación
iba ha ser el agua que te saciara la seca vida
quería ser tu mundo envuelto de colores, los mas hermosos, todos los colores
Ayer lloraba..
las lágrimas son tan crueles que consuelan
dentro de esta sucia soledad
me abrazan, me dejan suspirar
suspirar por él.

No puedo escribirte
pienso que te lo dije todo,
tal vez un poco me quede
No puedo escribir.
palabras que se me pierden
y no se pierde esto
esto que no tiene lenguaje
esto que se siente
A veces me estorba, sólo a veces..
es como tirar dinero a la basura
y regresar desesperado por él.
Qué absurda comparación esta que expongo,
que absurdo soy cuando pensar y después
querer escribir sobre ti no puedo.

Irme en un barco negro

Las sombras escudan al humo veloz que
danza en la trama de este festival 
silencioso.
Las sombras esconden varios puntos
oscuros que giran y giran entre
tus ojos.
Mi pluma retarda el tu anhelante
mi sien late mil veces tu nombre
¡Si tus ojos pudieran venir!
Acá,  si, amor acá,
entre las sombras, el humo y la danza
entre las sombras lo negro y yo.

A. Pizarnik

                            
El cuenta cuentos

Por Abdiel Alfonso
Por la mañana los rayos del sol acraiciaban el camastro, lloraba sin cesar abrazando sus rodillas, su cabeza hundida, sus manos frias, el rostro apagado, seco, lastimoso, esperando, su rostro esperaba.
Esa mañana titubeante no fingio nada, no dijoq ue eestab abien, no tenia hambre, no tenia miedo, solo queria entregarse a la mas absurda forma de ya no existir.